Qué tiene que ver el precio de unos pendientes de oro con tu marca personal

Cuando hablo a los arquitectos de marca personal lo primero que les viene a la mente es un logo, una tipografía y unos determinados colores.

Muchos compañeros están dispuestos a pagar un pastizal por eso. Algunos de hecho, lo han pagado. Allá ellos.

No digo que esté mal, todo suma. Pero pienso que el retorno de inversión es casi nulo.

Ojo. Yo he perdido tiempo en eso. Lo importante es ser consciente.

 

De esta forma, dedicamos tiempo a pensar qué color, qué tipografía, qué diseño queremos para crear nuestra marca personal, o mejor dicho, lo que erróneamente piensas que es tu marca personal.

También decidimos si nos representa o incluso tejemos enrevesadas historias para enlazar nuestra identidad con el diseño realizado.

Aun sabiendo que eso equivale a hacer trampas y que nadie, en su sano juicio, sería capaz de relacionar esos conceptos.

 

Bien.

 

Todo lo anterior me parece un ejercicio trivial. Tiempo perdido. Aunque si a ti te sobra y te apetece hacerlo puede ser hasta divertido. En eso seguro que estamos de acuerdo.

Pero el poder que posee una marca va mucho más allá del logo, fuentes, tipografías y paletas de colores que elijas para tu identidad corporativa.

Ahora te voy a decir algo importante. Anótalo en tu libreta de arquitecto:

 

Tu marca tiene el poder y la capacidad de crear una percepción muy poderosa en la mente de las personas que quieres que se conviertan en tus clientes.

 

Les estás enviando un mensaje a tus futuros compradores. Te valorarán a ti, a tu negocio y a tus productos o servicios, en función de ese mensaje.

Ese mensaje definirá lo que tus potenciales clientes están dispuestos a pagar por lo que vendes.

Te muestro un ejemplo: un profesor de la Kellogg School of Management realizó un estudio con sus alumnos de MBA para determinar el impacto de la marca en el precio que la gente estaría dispuesta a pagar por un producto específico.

 

Te adelanto que los resultados fueron muy reveladores y sorprendentes.

 

La clase se dividió en tres grupos:

Grupo 1: se le preguntó qué pagarían por un par de aretes de oro de 18 quilates de buena calidad y no se mencionó la marca de la tienda.

Grupo 2: se le hizo la misma pregunta, pero se les dijo que los pendientes eran de Tiffany.

Grupo 3: se le hicieron las mismas preguntas, pero se le dijo que los pendientes eran de Walmart.

 

El precio que dijeron estar dispuestos a pagar por los pendientes comprados en una tienda sin marca fue de 550 $.

El precio medio aumentó a 873 $, un aumento de casi el 60 %, cuando se introdujo el nombre de Tiffany a los participantes del grupo 2.

El grupo 3, a los que se les dijo que los pendientes se compraron en Walmart dio un precio promedio de solo 81$. Esa es una caída del 85 % respecto a la compra en una tienda sin marca y un descenso del 91 % respecto a la marca Tiffany.

 

La conclusión, como puedes ver, es que el poder de la marca afecta a la percepción del comprador. Incluso, cuando hablamos exactamente del mismo producto.

Al fin y la cabo, Walmart lanza todos los días un mensaje a su público norteamericano de «precios bajos todos los días».

Los precios bajos son parte de su propuesta de valor; son la expectativa que el consumidor tiene cuando entra en un Walmart.

 

Las marcas nos lanzan un mensaje de por qué debemos comprarle a ellos en lugar de a su competencia. Y Walmart atrae a quién quiere comprar a precios bajos. Los más bajos. Y lo aplican a todos sus productos.

Sus clientes, cuando compran algo, esperan que sea a un precio bajo. Esto se llama posicionamiento.

De igual forma, Tiffany vende exclusividad y el hecho de ver unos pendientes envueltos en su papel de color «Azul Tiffany» (si, se llama así) hace que el regalo adquiera unas connotaciones emocionales que van más allá de la joya (el contenido) en sí.

 

Todos sus productos cuentan con la principal seña de identidad de la marca. Estoy seguro que, en un momento dado, tú mismo pagarías más, aún sabiendo que el contenido es el mismo, por hacer sentir especial a la chica de la que estás enamorado. A esto se llama valor de marca.

Pues esto también se aplica para los arquitectos.

Tú decides ser Walmart o Tiffany.

Ya sabes que tu marca, cómo te perciben y el mensaje que lanzas tienen un enorme poder.

También tiene un valor, que se relaciona con el precio, el nivel de servicio y aquello que ofreces.

 

Por ejemplo, si tu marca y posicionamiento se basan en alta calidad, exclusividad y lujo, entonces tus productos y servicios deben tener un precio de una manera que lo refuerce.

Esta estrategia no solo se aplica al marketing y posicionamiento de tus productos y servicios, a tu empresa y a ti mismo, sino también a la entrega real de dichos productos y servicios.

A la experiencia que vivirá tu cliente.

Centrarse en la creación de tu marca es muy importante para diferenciarte y tener éxito.

Además, también hace que la adquisición de nuevos clientes sea mucho más fácil. Porque sabes a quién quieres llegar.

 

Más importante aún, tu marca tiene el poder de provocar sentimientos y emociones en las personas, lo que también afectará al valor percibido de lo que haces.

Cuando se crea y se posiciona correctamente, tu marca puede hacer que las personas paguen más por tus productos, incluso si lo que estás vendiendo parece ser lo mismo que ofrece tu competencia.

 

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