Lo que Mozart nos enseñó sobre la constancia y la práctica intencionada

Sitúate en el año 1763

El joven Wolfgang Amadeus Mozart se dispone a emprender un viaje por Europa que marcará su vida.

Tiene solo 7 años. Pero a pesar de su corta edad, ya puede tocar con gran facilidad el violín y varios instrumentos de teclado.

Parece increíble en un niño de su edad.

Pero Mozart tenía un secreto, del que ni él mismo era consciente.

Resulta que, cuando Mozart oía una nota ejecutada en un instrumento musical, cualquier nota, podía identificarla de inmediato con total exactitud.

Mozart era capaz de hacer eso aunque estuviera en otra habitación y no pudiera ver qué instrumento estaban tocando, y podía hacerlo con cualquier instrumento que oyera.

De hecho, el joven músico, podía identificar la nota emitida por cualquier cosa que fuera lo bastante musical: la campana del reloj, el tañido de una campana o incluso un estornudo.

Esta historia nos la cuenta Anders Ericsson, reconocido psicólogo y experto en desarrollo de habilidades, en su libro Número Uno.

Ericsson, nos explica que, hoy en día, sabemos que esa habilidad tiene un nombre, se llama «oído absoluto» u «oído perfecto»

Se trata de una habilidad excepcionalmente rara, que solo la poseen una de cada 10.000 personas.

Y puede ser el ejemplo perfecto de un talento innato con el que nacen unas pocas personas afortunadas.

Eso es, al menos, es lo que se creyó durante mucho tiempo

Pero en las últimas décadas ha surgido una interpretación muy diferente respecto al oído absoluto

Las investigaciones actuales han mostrado que casi todas las personas que tienen «oído absoluto» iniciaron su formación musical a una edad muy temprana, generalmente entre los 3 y 5 años

En otras palabras, es una clase de don que si no se aprovecha se pierde

¿Entonces qué pasó con Mozart?

¿Era un niño prodigio o no?

Los que han investigado su historia nos cuentan que el padre de Mozart era un violinista y compositor de moderado talento que nunca tuvo mucho éxito, de modo que se propuso convertir a sus hijos en la clase de músicos que él siempre había querido ser.

Esto es una historia recurrente en la vida de muchas personas que han alcanzado el éxito en cualquier ámbito profesional.

Pero lo que que es evidente es que la mayoría de los niños están dotados de un cerebro tan flexible y adaptable que, con el tipo de entrenamiento adecuados, son capaces de desarrollar una habilidad que parece completamente mágica para aquellos que no la poseen.

En resumen, el don no es el «oído absoluto» sino más bien la capacidad de desarrollarlo y por lo que sabemos, más o menos, todo el mundo nace con ese don.

El cerebro responde a los estímulos adecuados reconfigurando sus circuitos de formas diferentes. Se crean nuevas conexiones entre las neuronas e incluso es probable que se creen nuevas neuronas.

¿Qué quiere decir esto?

Que la causa de por qué algunas personas son tan increíblemente buenas en lo que hacen se debe al entrenamiento especializado que provoca cambios en su cerebro y qué les posibilita hacer cosas que de otro modo no podrían hacer.

Es decir, mediante el entrenamiento y la práctica tienes la posibilidad de crear habilidades que, de otro modo, no conseguirías tener.

La conclusión es que tienes mucho mayor poder del que crees para tomar el control de tu vida

 

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